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jueves, 10 de septiembre de 2009

MITOS Y LEYENDAS PERUANAS

Chullachaqui
Ekeko
Yacumamas
Jarjachas
Japiñuñus
Pishtacos
Chupacabras

Pishtaco

El pishtaco o nakaq es un personaje legendario de la tradición andina peruana. La palabra pishtaco proviene del quechua pishtay (cortar en tiras); La leyenda del pishtaco o pishtaku como asesino a sueldo surge entre la población de los Andes peruanos, en especial en los departamentos de Junín, Huancavelica, Cuzco, Ayacucho, Apurimac, Pasco y la sierra de Lima.
Según Tauro del Pino en su diccionario enciclopédico del Perú se trataría de un bandolero cuya ocupación es asaltar mujeres u hombres solitarios. Degüella a sus víctimas para comer su carne en forma de chicharrones y vender la grasa. O bien las entierra, a veces con vida, para fecundar la tierra o dar solidez a las construcciones. La figura del pishtaco aparece desde muy antiguo en la tradición quechua, ya en épocas prehispánicas se tienen noticias de sicarios enviados por los grupos de poder o por etnias rivales para eliminar a personajes importantes o simplemente diezmar la población. Ricardo Palma menciona en sus Tradiciones Peruanas (Los Barbones) la figura del pishtaco o naqak en Cuzco, narra la agresión que los indígenas cuzqueños infringieron a un grupo de betlemitas acusándolos de pishtacos, pues a decir de estas personas los buenos frailes secuestraban personas a quienes extraían la grasa para elaborar los ungüentos con que curaban en el hospital que ellos tenía al costado de su iglesia y monasterio. Una rápida revisión al imaginario colectivo de los andes nos dará en claro algunos puntos comunes que constituyen la personalidad del pishtaco.


Su aspecto
Suele tratarse de un extranjero, un foráneo. Lo describen como un hombre alto y rubio de ojos claros y complexión atlética.

Su modus operandi
El pishtaco es un bandolero solitario, carece de compañía o apoyo, si es capturado por la población se matará sin duda a fin de no revelar sus secretos; no así si lo capturan las autoridades pues se cree que actúa bajo el amparo del gobierno como un agente secreto. Actúa protegido por la soledad de los caminos que unen los pueblos, ataca a personas solas que viajan distraídamente; las espera en un recodo del camino y las degüella inmediatamente sin darles posibilidad de defensa. Para ello utiliza una especie de cuchillo corvo muy afilado y grueso que esconde entre sus nalgas.

Las víctimas
El pishtaco no mata por el gusto de hacerlo, ni tampoco indiscriminadamente; ataca sólo a personas de bajos recursos, viajeros; al poblador común; se cree que es enviado por alguien poderoso, probablemente un extranjero, con un fin específico. Los cadáveres de sus víctimas son utilizados para extraerles la grasa y utilizarla en diversas cosas. Hemos escuchado versiones bastante dispares sobre el uso de esta grasa humana (para preparar jabones finos, como lubricante para maquinarias de alta tecnología, ungüentos curativos, cremas de belleza, incluso combustible para aeronaves y cohetes espaciales), al parecer todas las versiones confluyen en la extracción de la grasa del cuerpo para comercializar con ella. Se dice que los colonizadores asentados en la zona andina asesinaban a pobladores comunes bajo cargos de herejía o desacato.

Un asesino protegido
Si bien el pishtaco actúa de manera solitaria, recibe apoyo indirecto. La población esta convencida de que el pishtaco es un agente del gobierno o que - pudiendo ser enviado de un país extranjero - cuenta con el respaldo de los poderes locales haciendo que este pueda gozar de total impunidad. Es esta la principal causa por la que la gente no se ha animado a denunciarlos, pues temen que al hacerlo sean castigados o desaparecidos por atentar contra los intereses económicos del estado.

Evolución del personaje
La imagen del pishtaco ha evolucionado dentro del imaginario colectivo, desde un sicario indígena durante el incario, hasta un gringo habilidoso en el oficio de degollar semejantes; pasando por tipos chilenos y europeos. Al parecer refleja una metáfora con respecto a la explotación foránea de los lugareños.

Literatura
La figura del pishtaco está muy presente en la novela Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa. Tambien se hace personaje en el cuento homonimo de Dante Castro.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Pishtaco"


Ekeko
De Wikipedia, la enciclopedia libre
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El Ekeko, también escrito Equeco (aimara: iqiqu )?, es un dios de la abundancia, fecundidad y alegría de origen aimara o colla, que todavía recibe cierto culto en el altiplano andino, sobre todo en el solsticio de verano, cuando se celebra la feria de la Alasita.Era un ídolo que se creía proveía de abundancia al hogar donde se le tributaban ofrendas de alcohol y cigarrillos.

Representación del Ekeko en la feria de Alasitas 2008 (en La Paz).

En azul, la zona de la cultura tiwanaku (donde se adoraba al Ekeko); en rosa, la zona de la cultura huari

Un equeco cargado de bienes.
Toma la forma de una persona sonriente, ligeramente obesa, vestida con ropas típicas del altiplano y cargando gran cantidad de bultos de alimentos y otros objetos de primera necesidad que cuelgan de sus ropas.
Actualmente la estatuilla que lo representa tiene un orificio apropiado en su boca para poder introducirle cigarrillos encendidos, que la estatua «fumaría».
Originalmente el nombre provendría del quechua eqaqo (pronunciadoekjakjo).[1]
Contenido.

Historia
El ekeko es una deidad venerada desde siglos antes de la conquista del territorio por los españoles. Sus seguidores creían que ahuyentaba la desgracia de los hogares y atraía la fortuna.
Se piensa que se originó entre los habitantes de la cultura Tiwanaku. Tras la conquista por los aymaras y luego por los incas, adoptaron la deidad, y la convirtieron en símbolo de la fertilidad y la buena suerte.
En 1612, Ludovico Bertonio, publicó el "Vocabulario de la Lengua Aymara" donde menciona a esta deidad andina[2]
Ecaco, I. Thunnupa. Nombre de uno de quien los indios antiguos cuentan muchas fábulas y muchos aún en estos tiempos las tienen por verdaderas y así sería bien procurar deshacer esta persuasión que tienen, por embuste del demonio.
Dios fue tenido destos indios vno a quien llamauan Tunuupa, de quien cuentan infinitas cosas, dellas muy indignas no solo de Dios, sino de qualquier hombre de razón, otras tiran algo a los misterios de nuestra fe...En otras tierras, o provincias del Perú le llaman Ecaco.
Bertonio, Ludovico, 1557-1625. Vocabulario de la lengua aymara. Juli Pueblo, Chucuito
El arqueólogo paceño Carlos Ponce Sanginés opinaba que las antiquísimas figuras antropomorfas (con joroba prominente y apéndice fálico) serían de la época del Imperio Inca, y antecesoras del equeco de la época de la colonia.[3] Manuel Rigoberto Paredes escribió que estas diminutas estatuillas fálicas serían remanentes de remotas fiestas sagradas del solsticio de verano.[4]
En sus inicios, el Ekeko era de piedra, jorobado, tenía rasgos indígenas y no llevaba ningún tipo de vestimenta: su desnudez era el símbolo de la fertilidad.
En la colonia el culto a la deidad tomó nueva fuerza en La Paz (actual capital de Bolivia) durante el cerco que ésta ciudad soportó durante el alzamiento indígena de Túpac Katari contra el control español.
La Iglesia Católica intentó erradicar su culto en tiempos de la colonia, sin mayor éxito, aunque la imagen llegó a sufrir ciertos cambios: fue vestida y sus rasgos cambiaron a los de un mestizo.
Hoy en día, existe en la sierra sur del Perú como en el occidente de Bolivia la creencia de que el ekeko es capaz de conceder los deseos de sus seguidores si estos le ofrecen una copia de ellos en miniatura, y muchos tienen en casa una imagen para que les resuelva los problemas, dejando dinero a su lado y manteniendo un cigarro encendido en su boca, que sólo puede consumirse hasta la mitad. Las figuras que le ofrecen son de cerámica, metal o piedra reproduciones exactas del objeto de sus peticiones: automóviles, electrodomésticos y alimentos. Cuando se desea amor, se le entregan miniaturas de gallos y gallinas. La deidad es conocida en los diferentes lugares del mundo donde colonias de emigrantes bolivianos han extendido su culto.
La figura del Ekeko tomó gran popularidad en la provincia de Buenos Aires (Argentina) durante el periodo hiperinflacionario de los años ochenta. Allí sus adeptos lo toman como una especie de patrono de la fortuna.

Bibliografía
CAVOUR, Ernesto: Alasitas. La Paz (Bolivia): Maquev, 1996. DÍAZ VILLAMIL, Antonio: Leyendas de mi tierra. La Paz: Urquizo, 1989. POSNASKY, Arthur: «El Ekeko y la fiesta de Alasitas». En Revista de Antropología de Bolivia. La Paz, 1942.

Notas
Manuel Rigoberto PAREDES ITURRI: El ekhakho (editado por Antonio Paredes-Candia, hijo del autor; ilustraciones de Lalo Flores), 15 pág. La Paz: Isla, 1975.
Bertonio, Ludovico, 1557-1625. Vocabulario de la lengua aymara. Juli Pueblo, Chucuito Perú: Impr. en la Compañia de Jesus por Francisco del Canto, 1612
Carlos PONCE SANGINÉS (1925-2005): Tunupa y Ekako. La Paz: Burillo, 1969. Citado en Adaptación y cambio cultural en la Feria de Alasitas, que se encuentra en la página web de NAYA (Noticias de Antropología y Arqueología).
Manuel Rigoberto PAREDES ITURRI (Carabuco, 18 de mayo de 1870La Paz, 18 de mayo de 1950): Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia. La Paz: Atenea, 1936. Citado en Adaptación y cambio cultural en la Feria de Alasitas, que se encuentra en la página web de NAYA (Noticias de Antropología y Arqueología).

Enlaces externos
Commons
Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Ekeko.
Martínez, Verónica (2005). «Descubriendo el misterio del Ekeko» (en español). Consultado el 11 de julio de 2007.
Cáceres Terceros, Fernando (2002). «Adaptación y cambio cultural en la feria de Alasitas» (en español). Consultado el 10 de agosto de 2008.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Ekeko"

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